Nuestra Historia

Justo Pastor Calderón empezó en el mundo de las máquinas de coser a los 16 años, cuando ingresó a una ensambladora. Al principio hacía tareas básicas como contar tornillos —y no le iba muy bien—, pero una importación desde Brasil le abrió la puerta a trabajar en bodega. Desde allí recorrió distintas áreas de la empresa y aprendió a fondo el funcionamiento de las máquinas, acumulando una experiencia que, para 2015, ya sumaba 41 años.

Con el impulso de la mujer que luego sería su esposa, decidió independizarse y fundó en Suba el taller SenalMaq (Servicio Nacional de Máquinas de Coser), que llevaba 25 años en funcionamiento. Empezaron vendiendo una máquina guardada y, poco a poco, añadieron repuestos, hilos, cremalleras y otros insumos de costura, convirtiéndose en un negocio integral de venta y reparación para todas las marcas y modelos.

Su familia también creció dentro del oficio: cuatro de sus cinco hijos trabajan con él, además de su esposa. A los 57 años, Calderón afirma que su amor por estas máquinas es “para siempre”; con ellas sacó adelante a su hogar y quiere que el negocio sea herencia para hijos y nietos. La ironía: aunque ha dedicado medio siglo a repararlas, nunca ha tenido una máquina de coser en su casa.